Para comenzar el artículo me gustaría situar geográficamente de que vamos a hablar en este post. Tuvalu es un pequeño conjunto de islas de Oceanía que probablemente jamás haya sido escuchado por los oídos de un europeo o un americano. Se encuentra entre los países más pequeños del Mundo tanto en extensión como en población. Sus apenas 10.000 habitantes viven alejados del estrés del otro lado del Mundo. Si observamos una fotografía cualquiera de sus playas, nos parecerá un lugar idílico donde pasar unas vacaciones sin estar masificado o para aquellos que se han cansado de la vida ajetreada de Occidente. Nada más lejos de la realidad, puesto que casi todo son inconvenientes para vivir allí. Es uno de los territorios más pobres que se pueden conocer, está prácticamente aislado, ya que sólo tienen un par de vuelos a la semana con Fiji y el efecto invernadero ha hecho allí ya mucho daño.
Algunos expertos apenas le dan 50 años de vida, antes de que todas las islas acaben sepultadas por el mar. Es como si vivir allí, fuera trasladarse 1000 años o incluso más hacia atrás en el tiempo. Sin apenas comunicaciones ni suministros, el entretenimiento de la isla son las relaciones humanas o... el fútbol. Sólo cuenta con una cancha de juego en todas sus islas y está colocada en el único lugar que por ancho de la isla cabe. Sin embargo, un dato sorprende: 1 de cada 6 tuvaluanos practican el fútbol en las islas. Es probablemente el mayor porcentaje del Mundo de un país. Se organizan varios campeonatos y las gradas suelen estar muy concurridas.
Tras esta pequeña introducción sobre la vida en Tuvalu y su deporte rey, voy a explicar por qué ha sido el tema elegido para el post de hoy. Holanda y Tuvalu pueden parecer muy lejanas, tanto geográfica como culturalmente. Pero ambas tienen un nexo entre ellas, su nombre Paul Driessen. A este apasionado del fútbol y seguidor del Venlo, le encanta todo lo relacionado con cualquier isla oceánica. Y es por ello que ha decidido unir ambas pasiones e intentar que el país sea reconocido por la FIFA y mejore, por tanto, su nivel de fútbol así como su campo de juego. Una selección que apenas ha disputado 20 partidos en toda su historia y que jamás lo ha hecho como local, lo necesita.
Si bien es cierto que su nivel está lejos de las potencias del continente, no tiene nada que envidiar a países de la FIFA como Samoa, Samoa Americana o Tonga. Que de 20 partidos haya ganado 5, no es un mal balance para una selección entre las más pobres de nivel del Mundo. De momento, en su último torneo como selección, en los Pacific Games disputados este verano, ya ganaron Samoa Americana y empataron con Guam. Otro de los artífices del éxito es su seleccionador, bastante conocido seguro para algunos, que es el holandés Foppe de Haan, asistente durante 20 años del Heerenveen.
Y es que el fútbol no es solo ver quién vende más camisetas o quién gana más dinero; el verdadero fútbol trata sobre historias como esta.
Página web del proyecto en 4 idiomas: www.friendsoftuvalu.tv
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